Anticiparse al futuro
Como es conocido por todos, un plan de negocios o de viabilidad económico-financiera nos sirve, principalmente, para conocer, antes de comenzar, cuánto capital propio vamos a tener que aportar a nuestro negocio y qué importe de préstamo vamos a necesitar; basándonos en el volumen de ventas, gastos, inversiones y beneficios previstos.
La mayor parte de los empresarios que van a iniciar un negocio, se conforma con diseñar en su propia mente, y sin necesidad de reflejarlo por escrito, cómo va a quedar su negocio una vez iniciado, con qué personal va a contar, qué ventas va a conseguir y qué beneficio estima que va a obtener desde el primer día.
Mentalmente también, suele hacer una estimación del dinero que va a necesitar (capital), y si sabe que no va a tenerlo en el momento, especula con la posibilidad de pedir un préstamo al banco; y eso sin contar con la ayuda que le puede proporcionar su familia, amigos, o socios que vaya a incorporar al negocio.
Con este bagaje mental y sin ningún escrito en el que consten todos esos datos anteriormente mencionados que le puedan servir de guía, nuestro empresario, sin brújula que le acompañe, pero sí provisto de mucho valor y energía, a pecho descubierto, se echa a la mar ayudado por su mano puesta en la frente a modo de visera para no deslumbrarse por el sol que emerge del horizonte.
Evitar al máximo resultados negativos
Este empresario, transcurridos unos meses, percibe que el capital inicial que había puesto al comienzo del negocio, ha sido insuficiente para atender a todos los gastos necesarios y a algunas inversiones imprevistas.
Contaba, por ejemplo, con que dos empleados eran suficientes para atender el negocio, pero ha tenido que contratar otros dos más; que el consumo de electricidad se había disparado, los impuestos los había estimado en su cabeza a la baja y no había tenido en cuenta otros imprevistos más. ¡Ah!, y las ventas no habían sido las que él estimaba como muy probables; sino muy inferiores.
Sumando todos estos imprevistos, además de darse cuenta de que no disponía del capital suficiente, los beneficios que se había imaginado en sus cálculos mentales, resultaron ser en la realidad grandes pérdidas.
Y lo peor de todo es que no puede saber exactamente en qué ha fallado y como consecuencia de ello, tampoco puede tomar las medidas necesarias y efectivas para solventar ese desastre final producido al cabo de unos meses o de algunos pocos años.
Con un plan de negocio escrito
¿Qué hubiera ocurrido si hubiese dispuesto de un plan de negocios escrito?
Es evidente que haber dispuesto de un plan de negocio escrito no hubiera resuelto, por sí mismo, las pérdidas y faltas de capital necesarios producidos por la evolución del negocio después de comenzado. Pero sí le habría permitido, mediante su consulta continua, conocer en momento real qué cantidades hubiera necesitado de cada variable, para tomar las mejores decisiones empresariales posibles, y, de este modo, evitar resultados tan nefastos como los descritos anteriormente.
Incluso al confeccionar por escrito el correspondiente plan de negocio, desde ese mismo instante, podrá conocer el capital necesario con mayor exactitud que el obtenido mediante una estimación puramente mental, ya que este dato se calcula por el plan de negocio de forma matemática, utilizando el resto de variables: ventas, gastos, inversiones y alguna otra.
Una vez calculada de forma rigurosa esta cantidad de capital necesario, podría plantearse incluso la posibilidad de no iniciar el negocio, dado que le va a resultar prácticamente imposible obtener ese capital y tampoco poder acceder a la obtención de un préstamo suficiente. Mediante esta decisión de no iniciar ese negocio por la falta de capital necesario, ha evitado las pérdidas descritas anteriormente para el caso de iniciar la actividad con un plan de negocio no escrito, solo diseñado en su cabeza.